Este experto se muestra favorable a una clase de Cultura Religiosa común a todos los alumnos, tratando la materia con el debido distanciamiento, aparato crítico y neutralidad y rigor académicos.
Según Castillo, el estudio de la religión debería constar de tres bloques:
- Una introducción teórica y metodológica al tema del Estudio de las Religiones
- La historia de las grandes tradiciones religiosas (se entiende de las religiones vivas), y
- Un enfoque multidisciplinar que abarque elementos de filosofía, antropología, psicología y sociología.
En mi opinión, el planteamiento es correcto pero tal como lo presenta, parece más un programa para un departamento universitario laico de Estudios/Ciencias de las Religiones que una asignatura de enseñanza media (y ya no digamos de primaria). De todas maneras, es una aportación importante y que se desmarca de la postura oficial de la Iglesia a la que este teólogo pertenece.
Cabe destacar también su opinión sobre la cualificación de quiénes deberían impartir esta asignatura: "Es evidente que, para enseñar esta asignatura, haría falta una titulación adecuada. Y aprobar unas oposiciones, como lo tienen que hacer todos los profesores titulares del Estado".
A nuestro entender, la titulación no puede ser otra que un título universitario de segundo ciclo o de posgrado emitido por una institución de enseñanza superior no confesional, o si es confesional, que sea un departamento claramente separado de los estudios de teología, de acuerdo al modelo de muchas universidades europeas y norteamericanas.